La mañana del sábado, madrugamos algo menos que los días anteriores, ya que no teníamos que ir al centro y era nuestro día libre. Desayunamos a las ocho y a las nueve nos recogían Verónica y Juan, trabajadores del centro, que amablemente se habían ofrecido a enseñarnos algunos pueblos extrarradio. Vinieron a recogernos, junto a sus hijos.
Nuestra primera parada fue el pueblo de Yotala, donde visitamos la Iglesia y plazas centrales, y donde tuvimos la oportunidad de tomar Chicha, una bebida realizada a base de fermentación de maíz. Seguidamente nos dirigimos hacía el poblado de Nucho, donde paseamos por la Riviera del río, que apenas llevaba agua, pero donde los locales aprovechaban para lavar sus ropas. Hemos visto una diferencia entre la vida rural y la capital en sus vestimentas, los carriles sin asfaltar, o los niños y mujeres trabajando en la construcción de arcenes y carreteras.
También visitamos el Castillo de la Glorieta de estilo ecléptico, una mezcla de estilos enclavada en plena naturaleza que nos sorprendió. Nos agradó poder ver una pareja de novios con sus trajes realizando su reportaje fotográfico. De vuelta hacía sucre paramos en el Santuario de Adelita, lugar de devoción popular.
Una vez terminado de comer hemos paseado por la feria de las Salasitas, en honor a la virgen del Carmen. En ella hemos podido contemplar la mezcla de religiosidad y santería, y como en todo tipo de ferias gran diversidad de puestos callejeros así como el modo de divertirse de la población junto con su rica gastronomía. A pesar de ser invierno, y anochecer pronto la gente vive y disfruta en la calle.
Estas visita nos ayuda a seguir acercándonos a su cultura, adentrarnos en sus costumbres, seguir conociendo personas que se nos presentan y nos enseñan con su historias, sus vivencia y en el fondo su vida.
Anécdota del día.
Hoy pudimos contemplar el “ahorita mismo” boliviano ya que tardaron casi una hora en servirnos el postre.